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El título de este artículo puede sonar deliberadamente provocador para atraer lectores, puede sonar desacertado, o puede sonar evidente. Creo que hay un poco de todo eso 😉. No es mi intención presentar argumentos técnicos o navegar por mares de datos y evidencias para soportar una opinión, sino compartir algunas reflexiones al respecto del consumo de energía en Bitcoin. Muchísimo se escribió ya al respecto, por lo que no espero que este artículo se convierta en otra cosa más que uno del montón. Aún así, lo voy a escribir.
¿Energía para qué?
El proceso de armado de bloques para ordenar transacciones en Bitcoin, llamado «minería», requiere el consumo de energía para realizar tareas computacionales y obtener una Prueba de Trabajo. Sin ponernos a profundizar ahora sobre este mecanismo, el punto importante a recordar es que mientras más energía sea necesaria para realizar el proceso, más difícil será revertir lo que ya sucedió (los bloques ya generados). En otras palabras, más difícil es revertir la historia. Esto es muy importante en un sistema de transferencia de valor: todos queremos la mayor certeza posible de que una vez recibido un pago, el mismo no será revertido.
Una de las primeras ideas que puede venirse a nuestra mente al entender esto es que consumir cada vez más energía no puede ser algo bueno. Inmediatamente, algunos podrán agregar el «peligro para el medio ambiente» como otra idea más a la mezcla. Personalmente no creo que esa linea de pensamiento esté mal, pero luego de reflexionar al respecto sí creo que se pueden agregarse más elementos. El primero de ellos es comprender que la humanidad se caracteriza por consumir cada vez más energía a medida que evoluciona. Nuestro mismo progreso hace que cada vez necesitemos más energía para sostener nuestra civilización, y no me refiero a algo reciente del último siglo. El segundo punto a considerar es que consumir energía no es lo mismo que perjudicar el medio ambiente natural en el que vivimos. Entonces dicho consumo no necesariamente implica contaminar más aunque, dependiendo del escenario y del tipo de extracción, ambas pueden estar muy ser relacionadas.
El debate del consumo de energía en Bitcoin, en mi opinión, no tiene como foco el consumo en sí mismo sino la valoración del resultado obtenido, aunque a veces no se exprese de esa forma. Estamos rodeados de herramientas y sistemas que consumen cantidades de energía muy superiores a la que Bitcoin consume hoy en día, pero el debate no suele centrarse en ellas. La razón es simple, y es que aquellos que ven la energía consumida por Bitcoin como un desperdicio están manifestando en realidad que para ellos Bitcoin no aporta valor. O al menos, no un valor que justifique esa energía. ¡Y es un punto totalmente válido!
¿Qué valor aporta Bitcoin entonces? La respuesta a esta pregunta es totalmente subjetiva por supuesto, pero ya que soy yo quien está escribiendo, voy a responder desde mi lugar. Yo creo que Bitcoin es dinero (o simplemente activo real, lo dejamos para otro debate) neutral, global, de emisión definida, sin permiso de entrada o permanencia, y resistente a falla, confiscación o censura. Personalmente creo que eso es extremadamente valioso, y lo será más a medida que pase el tiempo, pero no todos pueden pensar igual. Todos sabemos que en este universo nada es gratis, ni desde un punto de vista físico, ni desde un punto de vista económico. Nada es gratis. Entonces…
¿Es Bitcoin un sistema que vale lo que cuesta?
La realidad es que queda en cada uno tomar la decisión individual de qué hacer con Bitcoin, y si es un sistema que vale lo que cuesta. A fin de cuentas el valor es subjetivo. Esas decisiones individuales, cuando se interconectan en un ir y venir de opiniones, acciones e intercambios comerciales, dan como resultado el Mercado (si, con mayúscula). El mercado son todas esas decisiones individuales puestas a prueba, con inversión y riesgo. Porque sí, el mercado somos todos. Hoy en día la realidad nos muestra que ese sistema del que todos somos parte (la palabrilla con «M») considera que Bitcoin sí vale lo que cuesta, y eso incluye lo que este consume en energía. Las personas usándolo (para lo que deseen) y convergiendo en un precio nos dicen que sí creen que vale la pena que exista. ¿Qué autoridad tendría yo para decir, de forma objetiva, que Bitcoin es un desperdicio de energía? ¿Qué autoridad tendría alguien para imponer esa opinión sobre otros?
Por supuesto que, entre la opción de que la energía utilizada por Bitcoin dañe al medio ambiente o no, voy a elegir lo segundo, y no me da lo mismo. Por suerte no soy el único que piensa de esa manera y existen personas trabajando en eso, y no me refiero únicamente a personas trabajando en que solamente la energía de Bitcoin sea «limpia», sino en toda la energía que consumimos como humanidad. También prefiero sistemas que consuman menos energía para lograr el mismo objetivo, eso se llama eficiencia 🤓. Pero ahí está la clave entonces… «lograr el mismo objetivo». Las características que Bitcoin presenta hoy en día se deben, en gran parte, al consumo de energía. Aunque logremos ser más eficientes en su uso, el propósito del sistema tal como está diseñado es justamente que el costo energético aumente, o al menos sea lo suficientemente alto para dar la seguridad buscada. El costo ineludible que proporciona el gasto energético (un recurso natural imposible de falsificar), y el sistema de incentivos, es lo que hacen a Bitcoin resistente a ataques de entidades con grandes capacidades económicas o influencias políticas. Actualmente no conozco otro sistema que consuma menos energía y que logre el mismo objetivo que Bitcoin.
El problema es general ya que, como dije antes, todo depende de la valoración que hacemos de aquel objeto de consumo. Podríamos entonces preguntarnos qué cosas en nuestra vida justifican su consumo energético. ¿Los automóviles? ¿Las consolas de videojuegos? ¿Las secadoras de ropa? ¿Las luces que adornan los edificios o monumentos ante cierta festividad? Ey, ¿el sistema monetario mundial predominante? Y en todos esos casos, ¿cuestionamos de igual manera el consumo energético? Porque en muchos de ellos, es mayor que el del sistema Bitcoin. La respuesta claramente es subjetiva.
Si no cuestionamos el consumo energético en todos esos casos, ¿por qué lo haríamos con Bitcoin? ¿Es que acaso Bitcoin no lo vale y los demás sí? Yo personalmente creo que un dinero global, neutral, finito, abierto, y resistente a censuras y confiscación es más valioso para la humanidad que muchas de las cosas que utilizamos en nuestra vida diaria moderna.
Si por otro lado efectivamente cuestionamos también los demás usos de energía, entonces reconocemos que el problema no se reduce a Bitcoin y que como especie aún tenemos mucho camino por recorrer en una mejor y mayor utilización de la energía a nuestro alrededor.
Honestidad y accionar
Después de reconocer cuál es la razón de nuestra visión al respecto, podemos preguntarnos qué hacemos al respecto. Es lógico que todos tengamos diferentes escalas de valores y diferentes causas por las que queramos «luchar». Así como también es lógico «elegir nuestras batallas» (esta frase, en este contexto, se la escuché a alguien alguna vez). Difícilmente todos puedan llevar sus creencias y valores al límite y ser perfectamente honestos al respecto. Aquel que vela por el uso de energías que no dañen el ecosistema natural ¿debería entonces, además de criticar a Bitcoin, dejar de utilizar cualquier dispositivo electrónico? Ya que seguro la energía que consumen no proviene 100% de fuentes limpias, y ni hablar del proceso de fabricación. Lo mismo puede aplicar a la ropa o cualquier otro artículo. Incluso un tomate comprado en una feria probablemente haya sido transportado en algún punto por un camión o vehículo que utilizaba combustibles fósiles y emitía más contaminante al aire que el deseado.
Podríamos ir más lejos, pero el punto es que esos límites son difíciles de practicar. Sin embargo, esto no implica que perseguir esos valores, aunque alejados de esa pureza utópica, no sea importante. O incluso que esos sacrificios de pureza no representen en realidad un balance practicable para perseguir el objetivo de la causa. Es importante ser honestos con uno mismo y con nuestros pares sobre lo que pretendemos de los demás y lo que hacemos nosotros. ¿Por qué llegué a este punto en mi ensalada de ideas? Porque creo que esa honestidad es la que, a veces, hace falta al abordar el consumo energético de Bitcoin, eligiéndolo como el foco de problema cuando es sólo un ejemplo más de otro problema más grande. Y porque también creo, como dije antes, que la motivación detrás de la crítica está en el bajo valor asignado a Bitcoin por parte del crítico.
Conclusión
La manera en que Bitcoin funciona requiere de que exista consumo de energía porque necesita que los participantes (mineros) incurran necesariamente en un costo. Esta dinámica es lo que mantiene los incentivos alineados y la seguridad de (algunos aspectos) de la red. Y eso no está mal, ¡al contrario! Casi todo lo que representa un progreso para la humanidad consume energía de alguna forma u otra, y Bitcoin no es especial en ese aspecto.
El mercado es el mecanismo que permite que, como sociedad, decidamos qué valoramos y qué no sin imponer una única decisión en todos los miembros. Lo hacemos poniendo nuestro esfuerzo y capital en la mesa, decidimos con acciones que nos cuestan, de eso se trata. No hay «votación» más honesta que esa, y cada uno la hace de forma individual. El mercado está decidiendo que Bitcoin vale, que su consumo energético actual, ni más ni menos, está justificado. Tal vez esto cambie a futuro, para bien o para mal.
Creo que Bitcoin es muy valioso para la humanidad. Espero que siga consumiendo más energía. Espero que podamos capturar energía de formas más eficientes y con menos externalidades negativas.
Espero que la humanidad siga consumiendo más energía.
Artículo escrito por Diego H. Gurpegui
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Apasionado por la tecnología y la evolución humana. Fascinado con Bitcoin como tecnología y como dinero.
Co-fundador y CTO en Improve-in – CTO en nubceo – Ingeniero en Sistemas de Información – Desarrollador de Software – Voluntario en la ONG Bitcoin Argentina y en La Bitcoineta – A veces orador y a veces profesor.